Vida
Sincronicidad: En contacto con el mundo que vivimos.
Psicólogo Francisco Álvarez
Cuando la psicología y la terapia se enamoraron.

Conducía por la calle Sarmiento hacia la Rambla allí donde Confucio mira el mar, al detenerme en el semáforo, un Águila (1), pasó volando frente a mí con una Paloma en sus Garras, se detuvo en el semáforo que estaba en rojo.

Íbamos en un tren hacia Maldonado, mi mejor amigo y yo jugamos a cara o cruz, con 10 tiradas, el que obtuviera mayor cantidad de aciertos, ganaba. Fueron 9 seguidas las que salieron a mi favor.

Volvía apurado a mi casa, hacia el este, cuando una leve llovizna mojaba la calle, la acera estaba resbalosa y cuando el auto entró en la curva empezó a dar vueltas, cerré los ojos. Cuando los abrí, estaba dentro del auto, no había daños, solo que estaba sobre la vereda, orientado al oeste.

Estas experiencias están vinculadas sincrónicamente a mi vida y a un momento concreto, cada una de ellas dejó su mensaje y pasó a formar parte de una biografía que se ilustra con estas imágenes. A todos nos ocurren situaciones que tienen un correlato acausal, es decir 2 o más cosas, que se vinculan en un plano trascendente.

Pero.. ¿Estamos atentos a descubrir (y descubrirnos en) estas sincronicidades?

La sincronicidad como la definió Carl Gustav Jung, es: “La coincidencia en el tiempo de dos o más sucesos no relacionados causalmente, que tienen el mismo significado o un significado parecido”.

Y agregó…

«Las coincidencias significativas no pueden concebirse como la pura casualidad —cuanto más se multiplican y cuanto mayor y más precisa es la correspondencia... ya no pueden considerarse pura casualidad, sino que, por falta de una explicación causal, deben considerarse como combinaciones significativas».

Éstas implican nuestra vinculación con el ambiente, la previsión de sucesos, la percepción de un patrón, es decir vienen a decir, explicar, adelantar, fijar, a enseñarnos algo que nos es significativo y también se presentan inexplicables o inescrutables, cuando no nos detenemos pacientemente en el sentido simbólico.

La contribución más famosa de Wolfgang Pauli a la física implicó, el descubrimiento de un patrón abstracto que se oculta debajo de la superficie de la materia atómica y que determina su comportamiento de un modo acausal. Es en este sentido que el principio de Pauli crea un paralelo con el principio de la sincronicidad (Peat,1989).

Una sincronicidad o conexión acausal con el medio ambiente especialmente contundente se puede encontrar en el relato del hacedor de la lluvia del sinólogo Richard Wilhelm, …

«En cierto pueblo chino no había llovido durante varias semanas, cuando se buscó un hacedor de lluvia. Al llegar el anciano, se fue directamente a la casa que habían preparado para él y se quedó allí sin realizar ninguna ceremonia hasta que llegaron las lluvias. Al preguntarle cómo había logrado que cayese la lluvia, el anciano explicó que la causalidad no tuvo nada que ver.

Al llegar al pueblo, el hacedor de lluvia se había dado cuenta de la ausencia de un estado de armonía y, por consiguiente, los procesos normales de la naturaleza no funcionaban según su diseño correcto. El hacedor de lluvia también se encontraba afectado, de modo que se retiró a su cabaña para sosegarse. Cuando su armonía interna se recobró y el equilibrio se estableció de acuerdo con su patrón natural cayó la lluvia.»

Este relato contiene elementos de un movimiento hacia dentro y un movimiento hacia fuera, un dinamismo entre los aspectos físicos y mentales del universo.

Volviendo a Wolfgang Pauli (titular de la cátedra de Física de la Universidad de Zurich y paciente de Jung), en tratamiento con el Psicólogo Suizo, éste le habría anunciado que el remedio estaba en sacar al sentimiento de la Sombra a la luz. El método para Pauli era darse cuenta del contenido de su inconsciente a través de sus sueños y las fantasías que experimentaba cuando estaba despierto. La culminación de esta serie de sueños fue la visión que Pauli tuvo del reloj mundial, una imagen de «la armonía más sublime» que le dejó profundamente impresionado y, en palabras de Jung, fue «lo que llamaríamos —en el lenguaje de la religión— una conversión» (Peat, 1989).

El reloj mundial o la gran visión, tal como se describe en el ensayo de Jung, está repleto de símbolos geométricos y numéricos de la totalidad:

La ilustración de reloj mundial fue creada por W. Byers Brown, basándose en el sueño de Pauli. Se ha extraído de una conferencia particularmente interesante, «Wolfgang Pauli-Físico y Soñador», que Byers-Brown dio en Londres, el 13 de abril de 1980, ante la Red Científica y Médica (The Scientific and Medical Network).

Finalmente ambos publicaron un libro en 1952 — La Interpretación y naturaleza de la Psique— pues tanto desde la física como de la psicología, ambos se habían encontrado sincrónicamente para el desarrollo de este concepto.

“Porque, mientras los sucesos fortuitos siempre pueden producir patrones a través de la pura casualidad, la esencia de una sincronicidad es que un patrón determinado tiene un significado o valor para la persona que lo experimenta”. (Peat,1989)

Estar atentos, en contacto con el mundo que vivimos, bajarnos de la vorágine de la sociedad del trabajo, de la paranoia colectiva del Pandemonium de la Covid, del afán de prosperar a cualquier costo, de la explicación unilateral de las ciencias,  es tal vez darnos la oportunidad de viajar con el Águila, con nuestros sueños, con las experiencias del Mundo que se presentan para aprender y aprender una y otra vez, hasta encontrarnos.

Chevalier, J (1986). Diccionario de los Símbolos. Ed. Herder. Barcelona
Frazer, J. (1991): La rama dorada. Publicada por primera vez en 1890 en dos volúmenes, cuya segunda versión (1907–1915) aumentó a doce volúmenes y posteriormente resumida por el autor en un volumen en 1922, que corresponde a la versión usualmente publicada y leída. Recuperado de Revistas de Artes

Jung, C. G.  (1991). La interpretación de la naturaleza y la psique: la sincronicidad como un principio de conexión acausal. Barcelona: Edicones Paidós. Peat, F.D (1989). Sincronicidad, Puente entre mente y materia.Ed. Kairos. Barcelona